Todos los gurús espirituales los maestros en educación emocional los psicólogos que hablan de no anclarse a nadie los místicos que promulgan el camino de la autosanación aquellos que miran por tu crecimiento personal los expertos en autoestima los que recomiendan ser fuerte y depender sólo de uno mismo.
Tienen razón pero yo soy más feliz cuando tú me miras.
"¿Es el amor un arte? En cuyo caso requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera cuya experiencia es una cuestión de azar , algo con lo que uno tropieza si tiene suerte?"
Que yo me permita mirar, escuchar, y soñar más. Hablar menos. Llorar menos. Ver en los ojos de quienes me miran, la admiración que me tienen... y no la envidia que prepotentemente pienso que sienten. Escuchar con mis oídos atentos y mi boca estática, las palabras que se hacen gestos y los gestos que se hacen palabras. ... Permitir siempre escuchar aquello que yo no tengo permitido escuchar. Saber realizar los sueños que nacen en mí y por mí, y conmigo mueren, por yo no saber que son sueños. Entonces, que yo pueda vivir los sueños posibles y los imposibles; aquellos que mueren y resucitan a cada nuevo fruto, a cada nueva flor, a cada nuevo calor, a cada nuevo rocío, a cada nuevo día. Que yo pueda soñar el aire, soñar el mar, soñar el amar. Que yo me permita el silencio de las formas, de los movimientos, de lo imposible, de la inmensidad de toda profundidad. Que yo pueda sustituir mis palabras por el toque, por el sentir, por el comprender, por el secreto de las cosas mas raras. Por la oración mental (aquella que el alma cría y que sólo ella escucha, y sólo ella responde). Que yo sepa dimensionar el calor, experimentar la forma, vislumbrar las curvas, diseñar las rectas, y aprender el sabor de la exuberancia que se muestra en las pequeñas manifestaciones de la vida. Que yo sepa reproducir en el alma, la imagen que entra por mis ojos haciéndome parte suprema de la naturaleza, creándome y recreándome a cada instante. Que yo pueda llorar menos de tristeza y más de alegrías. Que mi llanto no sea en vano. Que en vano no sean mis dudas. Que yo sepa perder mis caminos, pero que sepa recuperar mis destinos con dignidad. Que yo no tenga miedo de nada, principalmente de mí mismo: - Que yo no tenga miedo de mis miedos! Que me quede dormido cada vez que vaya a derramar lágrimas inútiles, y despierte con el corazón lleno de esperanzas. Que yo haga de mí, un hombre sereno dentro de mi propia turbulencia. Sabio dentro de mis límites pequeños e inexactos. Humilde delante de mis grandezas (que yo me dé cuenta cuán pequeñas son mis grandezas, y cuán valiosa es mi pequeñez). Que yo me permita ser madre, ser padre y, si fuere necesario, ser huérfano. Permítame yo enseñar lo poco que sé y aprender lo mucho que no sé. Traducir lo que los maestros enseñaron y comprender la alegría con que los simples traducen sus experiencias. Respetar incondicionalmente el ser; el ser por sí solo, por más nada que pueda tener más allá de su esencia. Auxiliar la soledad de quien llegó, rendirme al motivo de quien partió, y aceptar la alegría de quien quedó. Que yo pueda amar y ser amado. Que yo pueda amar aún sin ser amado. Hacer gentilezas cuando recibo cariños; hacer cariños aunque no reciba gentilezas. Que yo jamás quede solo, aún cuando yo me quiera solo.
En esta vida acelerada en la que no nos da tiempo de pensar en nosotros mismos, he llegado a la conclusión de que nunca nos terminamos de conocer del todo. Todo pasa tan rápido que nada permanece, lo que creemos saber, al instante ha cambiado. Lo que pensamos hoy, puede que mañana lo miremos con otros ojos. Toda la realidad tiene mucho de irreal. Todo fluye contínuamente,
"no es posible bañarse dos veces en el mismo río".
No todo nos pertenece. A veces hay que dejarlo todo tal y como está. Puedes sentir fuertemente, los latidos palpitan ansiosos por agarrar. Pero a veces lo que sentimos tan cerca hay que mirarlo de lejos. Es como un río donde meto mis manos. Siento su agua fresca, me roza, me produce escalofríos. Pero no lo puedo atrapar, nunca el río va a ser mío. Sólo puedo sentir el agua en mis dedos y tengo que dejarlo seguir. No todo nos pertenece.
“Tal vez no exista una intimidad más grande que la de dos miradas que se encuentran con firmeza y determinación, y sencillamente se niegan a apartarse.”
Se acabó el invierno y esta vez no le escribo a la primavera. No tengo nada que decirle, solamente que no cambie, porque su presencia hace liberar del encarcelamiento a los días que guardé para tu llegada. Tal vez algún día dejen de existir las estaciones, entonces no tendré nada que decir, porque sin darme cuenta he vuelto a hablarle a la primavera.
Principio nº 1: Si ya no te quieren aprende a perder y retírate dignamente Principio nº 2: Casarse con el amante es como echarle sal al postre Principio nº 3: ¿Ni contigo, ni sin ti? ¡Corre lo más lejos posible! Principio nº 4: El poder afectivo lo tiene quien necesita menos al otro Principio nº 5: Un clavo no siempre saca al otro; a veecs lso dos se quedan dentro Principio nº 6: Evita el sacrificio irracional; no te anules para que tu pareja sea feliz Principio nº 7: Si el amor no se ve y no se siente, no existe o no te sirve Principio nº 8: No idealices al ser amado, míralo cómo es Principio nº 9: El amor no tiene edad, pero los enamorados sí Principio nº 10: Algunas separaciones son instructivas, te permiten saber lo que no quieres del Amor.
"La palabra escrita es débil. Son muchas las personas que prefieren la vida. La vida mueve la sangre en tus venas. Huele de maravilla. Escribir es la mera escritura, la literatura es poca cosa. Apela únicamente a los más sutiles sentidos -la visión y el oído de la imaginación-, al sentido de la moral, al intelecto. Esta escritura a la que te entregas, y que tanto te emociona, que tanto te conmueve y te alboroza, casi como si estuvieras bailando junto a la banda de música, es apenas audible para cualquier otra persona. El oído del lector ha de ajustarse, rebajarse, para pasar del estruendo de la vida a la sutileza de los sonidos imaginarios que se desprenden de la palabra escrita."
Annie Dillard